La gente siente mucho orgullo de ser quienes son y esa es una pésima idea, porque no puedes dejar ir lo que te enorgullece, y si no dejas ir quien eres, nunca serás lo que puedes ser.
En mi video del cristianismo, una de las principales opiniones del sistema, repetidas por sus ciegos (aunque bien intencionados) altavoces, era que Cristo no era pobre y él no quería a los pobres. “Cristo era carpintero” racionalizaban estos hijos de su tiempo “y siendo el mercado laboral de Belén como era, su empleo lo habría colocado en la clase media, que por cierto no existía”.
Pero el evangelio es muy explícito: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de los cielos”.
Y no es arbitrario, no es que Cristo fuera de izquierda. Les ruego, amigos, que no interpreten la realidad a través de los vicios mentales que nuestros ignorantes políticos nos han impuesto en su arrogante lucha por el poder.
Un muchacho rico se acerca a Cristo, quiere seguirlo pero no quiere dejar ir sus riquezas. Las riquezas no son sólo oro y joyas, son esclavos, responsabilidades, familias, es un estilo de vida.
No puedes tener la vida que quieres si no dejas ir la que tienes.
A veces la vida no te deja otra opción. Mira a la pobre mitocondria:
